lunes, 1 de noviembre de 2010

A minutos de la revolución

Deshago mis caricias con tristeza,
y convoco a licitación las tuyas,
mis sonrisas firman su licencia,
y mi paciencia pone a juicio mi razón.

Mis sueños arman su sindicato,
y discuten si sos conveniente para la inversión,
el corazón escucha de sus planes,
y tus recuerdos reprimen por orden del dictador.

Mis manos opacan sin su primera dama,
y son exiliadas a la soledad,
mis suspiros protestan a la ausencia,
y la falta de tus labios deja sin luz el alma.

Tus brazos hacen presencia en la escena,
y un minuto vale para devolver la paz,
pero no dejes que el tiempo siga huyendo,
mañana volverá por mas.

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